Escuchar es presencia, es estar y a veces contener; por eso cuando alguien nos comparte algo que le pasa, experimenta una diferencia en cómo se siente solo por el hecho de haber sido escuchado.
Escuchar no es dar un consejo, no es interrumpir para hablar de cuando nos pasó algo similar, tampoco es dar nuestra opinión o hacer nuestra propia interpretación, pues esto hace que el momento se vuelva acerca de nosotros cuando es el otro el que requiere de atención.
Escuchar es dar un regalo. A veces no sabemos darlo porque no hemos aprendido a dárnoslo a nosotros mismos.
¿Cómo te tratas cuando la estás pasando mal y necesitas desahogarte? ¿O cuando sientes algo que no es agradable? ¿Te sabes escuchar? No regañar, juzgar ni corregir... solo acompañarte y preguntarte qué necesitas.
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