¿Un par de palabras mágicas?
«Presta atención».
Ahí están todas las respuestas.
A veces creemos que escucharlas o verlas es una capacidad que solamente tienen los demás; incluso la consideramos un don especial o magia. Y, bueno, lo verdaderamente mágico es que nadie podría escucharte mejor que tú.
Se trata de prestarte atención a ti y a lo que te rodea. Comienza por observar tu postura cuando caminas o estás de pie, tus sensaciones físicas cuando estás en cada lugar o con cada persona, las cosas que piensas y te guardas, las palabras que con mayor frecuencia salen de tu boca, los pensamientos con los que inicias cada día y dónde está tu mente cuando haces actividades cotidianas como tender la cama, bañarte, manejar, lavar los platos o comer.
Sí, como un detective.
Todos tenemos la capacidad de observar a profundidad lo que nos interesa, aunque la mayoría de las veces la usemos hacia afuera. Basta con cambiar de objetivo o de dirección para iniciar la investigación de nosotros mismos que, te aseguro, será la más fructífera que habremos hecho.
Al principio podemos sentirnos confundidos o con la sensación de estarlo intentando sin conseguirlo, y aquí es donde la metáfora de las capas de la cebolla funciona de forma perfecta. No es que no tengamos la capacidad de escucharnos con claridad, es solo que necesitaremos, poco a poco, irnos desprendiendo de las capas con las que nos hemos adormecido o cubierto.
Estas capas funcionan como máscaras y están hechas de creencias, prejuicios, pretensiones e ilusiones a las que nos hemos aferrado por creer que lo que SOMOS no es suficiente.
En el proceso las enfrentaremos una a una para reconocer qué es verdadero para nosotros y lo demás, que es ilusorio, perderá su fuerza y no tendrá más remedio que desaparecer. Conforme vayan cayendo nuestras capas, nos sentiremos cada vez más cerca del centro (corazón) y será mucho -muchísimo- más fácil escucharnos. Nos sabremos guiados y protegidos por nuestro propio interior, y en él no existen equivocaciones.
Será más sencillo vernos y ver a los demás. Perderemos menos tiempo engañándonos o en comportamientos que nos lastiman, y podremos usarlo para conocernos de verdad. Lo más importante es que solo así, cuando nos conozcamos, podremos amarnos de verdad.
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