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El que sostiene la linterna...

Imagina al universo como una infinita bodega en penumbras donde existe todo lo que puedas imaginar y lo que no puedas imaginar también. Un espacio donde existen todas las posibilidades a la vez.

Dentro de esa bodega tienes en tus manos una linterna con la que puedes ver. Si la diriges en una dirección concreta, notarás una o algunas de todas las cosas que hay allí, pero muchas otras se quedarán en penumbras. La luz que emana de esa linterna es el más grande poder que tienes: el poder de tu atención.

Digamos que lo que ves es un aspecto concreto de tu vida: tu pasado, tu relación de pareja, tu aspecto físico, trabajo, familia o el lugar donde vives. Lo que sea que veas puede gustarte o no, el problema es cuando lo juzgas como bueno o malo.

Cuando posas tu atención sobre un aspecto de la bodega, éste resalta por encima de todo lo demás. Si alumbras algo que no te gusta, juzgarlo o rechazarlo te mantendrá dedicándole tanta atención que, en un momento, te parecerá imposible que en esa enorme bodega pueda existir cualquier otra cosa. Te sentirás víctima de lo que te rodea; incluso, puedes creer que lo que ves es todo lo que hay o todo lo que tú eres.

Todo existe dentro de esta enorme bodega y tu linterna solo te permite alumbrar una cosa a la vez. Por lo tanto, mientras más tiempo pases alumbrando algo, más fácil será olvidar que existen otras posibilidades.

Para no apegarte a lo que ves es necesario dirigir la atención hacia otro lado. Esto no significa que cuando encuentres algo que te desagrada serás indiferente, al contrario, surgirán en ti las emociones que nos hacen humanos; la diferencia estará en si eres capaz de observarlas desde afuera o si te conviertes en ellas.

Esta no es tarea fácil, implica un alto grado de confianza en ti mismo, el universo y su inteligencia; aquélla que nos permite reconocer que todo lo que existe tiene un propósito para nuestra alma. Si logras mantener esta perspectiva, sabrás que no necesitas rechazar, resistir o apegarte a nada, pues somos más que la pequeña parte que alcanzamos a ver.

Sin importar qué aspecto de tu vida estés alumbrando con tu atención en este momento, no olvides que el que sostiene la linterna eres tú.

(Este escrito fue inspirado por el libro y conferencia «Morir para ser yo» de Anita Moorjani.)

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