Estamos aprendiendo que terminar una relación no es fracasar. Que amar empieza por nosotros. Que el control es una ilusión. Que lo que vemos en el otro tiene más que ver con nosotros. Que servir no significa dejarse a un lado. Que hemos venido a ser más que a hacer. Que nuestra verdad no invalida la del otro. Que el juicio es falta de comprensión. Que lo que sentimos no necesita ser arreglado o corregido. Que las respuestas no están fuera de nosotros. Que la vida no es una lucha sino una experiencia. Que no somos nuestro cuerpo ni nuestros pensamientos. Que la muerte no es el final. Que rendirse no es renunciar, sino aceptar. Que sanar no significa nunca volver a pasar por lo mismo, sino pasar de distinta manera. Que nuestra vulnerabilidad es nuestro poder, no debilidad. Que tener empatía no significa no tener límites. Que el crecimiento no es lineal. Que el perdón no es para el otro sino para nosotros. Que solo existe el ahora. Que siempre estamos creando. Que el ego no es nuestro enemigo. Que despertar nuestra conciencia es recordar lo que ya somos. Que no estamos separados del otro. Que la sombra no es para reprimirse sino para iluminarse.
Aunque nos enseñaron a no escuchar la sabiduría que llevamos dentro, llegó la hora de desaprender.
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