El ego no solamente puede apegarse a los seres queridos o bienes materiales. También puede apegarse a las historias. Si la mente es utilizada para repetir una historia lo suficiente, nos habremos apegado a ella. Creeremos que somos lo que nos contaron o lo que nos contamos sobre nosotros mismos.
Sean estas historias positivas o negativas, no somos ellas. Somos mucho más que los pensamientos de nuestra mente, las emociones de nuestro cuerpo, sus órganos y funciones. Somos más que nuestra cultura e historia familiar y personal, creencias y comportamientos. Somos más que las experiencias que hemos vivido y la forma en la que hemos decidido asimilarlas. Mucho más.
El apego genera sufrimiento porque intenta atar y contraer a la vida y al ser; achicarlos, hacerlos entrar en un cajón. Experimentar a la vida con libertad es dejar la puerta abierta para que ésta pueda manifestarse de múltiples y milagrosas maneras, no solamente aquellas que creemos posibles. Desapegarnos de lo que hasta ahora nos hemos dicho sobre nosotros mismos nos permite simplemente ser.
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