Las emociones expresan cómo nuestro inconsciente procesa los estímulos externos. No son buenas ni malas, sino que sirven para adaptarnos al entorno.
Cuando sentimos tristeza la serotonina disminuye, el metabolismo se hace más lento y podemos experimentar pesadez. Por lo general tenemos ganas de pausar y retraernos. El objetivo de esto es permitirnos un momento de introspección para reflexionar sobre lo vivido.
La tristeza gestionada adecuadamente es muy importante para afrontar los cambios e incluso las pérdidas. También nos invita a descansar para estimular partes creativas y sensibles de nuestro ser.
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