El asco se define como repulsión, querer expulsar algo, apartarnos o rechazarlo.
Cuando lo sentimos, experimentamos un aumento en la actividad gastrointestinal, arcadas y nariz arrugada.
El objetivo de esta emoción es alejarnos de lo potencialmente peligroso. Gracias que sentimos asco, podemos rechazar un alimento en mal estado.
Sin embargo, puesto que cuando estamos bajo la influencia de una emoción no reaccionamos a lo que pasa sino a nuestra percepción subjetiva de ello, también podemos sentir rechazo por cualquier cosa que nuestro inconsciente asocie a un ambiente emocional considerado para nosotros como amenazante o doloroso.
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