La alegría es una emoción grata y placentera que aporta bienestar. Funciona como recompensa cuando vivimos situaciones exitosas, con el objetivo de que aprendamos a repetir esas acciones en el futuro.
En otras palabras, esta emoción nos sirve para repetir aquello que nos provoca felicidad. Cuando la sentimos, aumenta la frecuencia cardiaca, se activa el metabolismo, segregamos endorfinas y aumenta nuestra energía.
Cuando se desencadena una emoción, el organismo responde con señales externas como la expresión del rostro, la postura y el tono de voz. Ocurren sin que podamos controlarlas, pero nos sirven para mostrarle al mundo nuestras preferencias y rechazos basándose en experiencias previas.
En mili-segundos, el cerebro trata de encontrar semejanza entre lo que estamos experimentando en este momento y lo vivido en algún momento pasado.
Todos tenemos emociones básicas, pero la forma de gestionarlas es única de cada quien. Trabajar en ello implica voluntad, auto-conocimiento, observación, presencia y conciencia. Finalmente, la conciencia que somos siempre será más grande que lo que estamos experimentando.
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